marzo 29, 2024 3:13 pm

The Exodo/ The Guardian

Cárdenas, Tabasco.- Marco Martínez acababa de bajar del autobús con cinco otros migrantes hondureños cuando cuatro policías locales a bordo de una patrulla los detuvieron afuera de la Terminal de Autobuses de Cárdenas, Tabasco, en sureste de México.

Los migrantes, cinco hombres y una mujer que tenían como destino final los Estados Unidos, fueron prácticamente secuestrados y llevados a las fuerzas de la ciudad donde fueron amenazados con pistolas, desnudados y despojados de sus pertenencias por parte de los policías tabasqueños.

Pero ese no fue el final de su calvario. La policía los entregó a una pareja de secuestradores que viajaban en un Volkswagen rojo. Amenazados con pistolas fueron llevados a una casa donde una familia armada con machetes los mantuvo en cautiverio.

Los secuestradores les dijeron que trabajaban para el cártel de crimen más brutal de México, Los Zetas. Los rehenes fueron obligados a llamar a familiares y pedir miles de dólares en rescate.

“Ellos nos amenazaron con cortarnos la cabeza si no entregamos más de números de teléfono para llamar a nuestras familias,” recuerda Marco Martínez, de 38 años de edad, padre de tres niños, quien pidió ser identificado con un seudónimo. Mientras hablaban por teléfono, los rehenes los golpearon a puñetazos, patadas y les aplicaron descargas eléctricas para hacerlo gritar al igual que a los otros migrantes secuestrados.

Donald Trump ha atacado en México por lo que dice es un fracaso para acabar con inmigración y argumenta que Estados Unidos necesita un muro fronterizo para evitar el “a los bad man”.

Pero la mayoría de esos “bad man” que menciona Trump son migrantes que cruzan por México, son refugiados que huyen de la violencia y la pobreza de sus naciones centroamericanas. Y en ese camino rumbo a Estados Unidos son víctimas de la delincuencia: los migrantes son habitualmente blanco de bandidos y secuestradores que casi siempre trabajan coludidos con policías y agentes migratorios, subraya una reportaje del diario inglés “The Guardian”.

Un informe de la Comisión Nacional de Derechos Humanos indicó que en entre 2008 y 2009 un promedio de 1,600 migrantes fueron secuestrados cada mes en México. Desde esa fecha aseguran activistas y migrantes que el problema se ha recrudecido.

El secuestro de migrantes a escala industrial es una actividad alterna y lucrativa de “Los Zetas”, un grupo formado por desertores de las fuerzas especiales del Ejército, con sus antiguos empleadores, el Cártel del Golfo.

Los Zetas eran responsables de algunos de los secuestros más famosos de México, incluyendo dos masacres en 2010 y 2011 en el que al menos 265 migrantes fueron secuestrados de autobuses, asesinados y enterrados en fosas en el norteño estado de Tamaulipas.

La policía local participaron en ambos casos. De acuerdo al profesor Rodolfo Casillas, un especialista en el tema de migración en el Instituto Latinoamericano de Ciencias Sociales (Flacso), funcionarios corruptos seguirán desempeñando un papel central en secuestros de migrantes.

A pesar de ello, los Estados Unidos canalizan decenas de millones de dólares para fuerzas de seguridad mexicanas, ello para reforzar puestos de control de inmigración y detener centroamericanos antes de llegar a Estados Unidos.

“Agentes de inmigración y seguridad mexicanos trabajan tan eficientemente para detener a cientos de miles de migrantes. Sin embargo, raramente se encuentran los secuestradores que operan en las mismas áreas”, dijo Casillas. “La evidencia de la colaboración directa e indirecta entre delincuentes y policías es indiscutible”.

Una de las secciones más peligrosas del viaje a México es Tabasco, un estado rico en petróleo y escasamente poblado en la Costa del Golfo. A caballo entre es la ruta más corta desde Guatemala a Estados Unidos, pero la región tiene el segundo secuestro más alta tasa en el país.

En la polvorienta ciudad de Cárdenas, las pandillas tienen un almacén a migrantes secuestrados escondidos en casas de familias.

Poco después de que Martínez fue secuestrado en esta ciudad tabasqueña en junio de 2016, cinco migrantes más, tres guatemaltecos y dos hermanos hondureños, fueron llevados al pequeño cuarto donde estuvo en cautiverio él. Fueron también detenidos, robados y entregados por la policía a los mismos secuestradores.

Aunque los secuestradores decían ser Zetas, el secuestro era un negocio familiar: el padre y los hijos adolescentes custodiando el estrecho dormitorio donde los rehenes fueron encarcelados mientras que dos niños más jóvenes miraba televisión en la habitación de al lado.

Y a pesar de la constante amenaza de violencia, las negociaciones de rescate contrastan con el fondo mundano y cotidiano de la vida familiar. La madre de la casa cocina comidas para todo el grupo y reparte latas de cerveza para celebrar el cumpleaños de uno de sus hijos dedicado al secuestro de migrantes.

A pesar de que Centroamérica es una de las regiones más pobres del hemisferio, la familia de Marco Martínez y del resto de los secuestrados finalmente lograron recaudar 35 mil pesos mexicanos para pagar su rescate.

La mayoría de ellos fueron liberados. Antes de ello otros 15 migrantes fueron llevados a la misma casa y con ello se reanuda el proceso de violencia, amenazas y extorsión.

El año pasado, las autoridades del estado rescataron a 53 inmigrantes y detuvieron a 39 personas, incluyendo un puñado de policías de baja nivel, todos operan alrededor de la ciudad de Cárdenas.

Pero Jesús Robles Maloof, un abogado de derechos humanos que representa Martínez, dijo: “la apertura de la colusión entre autoridades, sector privado y los criminales debe considerarse crímenes contra la humanidad. Estas son violaciones graves y sistemáticas contra la población vulnerable”.

De los rehenes fueron liberados algunos siguieron hacia los Estados Unidos, otros se fueron a casa en Centroamérica. Pero Martínez volvió a la ciudad de Tenosique, donde buscó refugio en Casa Hogar para Migrantes La 72.

“Muchas personas en el refugio han sido secuestradas también, pero la mayoría están demasiado asustada para denunciar”, dijo Martínez, quien sí denunció y se le concedió una visa humanitaria temporalmente en México.

El año pasado, unas 14.000 personas pasaron por el refugio “La 72” ubicado en Tenosique, Tabasco. Las historias se repiten. Secuestros, extorsiones, robos, golpizas y violaciones a las mujeres migrantes. Tabasco es el edén de los secuestradores de migrantes y el infierno de los

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