abril 23, 2024 7:29 am

Luis Carlos Rodríguez González/The Éxodo

San Pedro Ocumicho, Michoacán.- Entre la migración, la alfarería y los “diablitos” transcurre la vida en Ocumicho, pueblo purépecha que se ubica en la Meseta Tarasca y pertenece al municipio de Charapan.

Con pocas tierras de cultivo debido a un añejo despojo agrario de más de 500 hectáreas en favor del pueblo de Tanguancícuaro, los pobladores de Ocumicho, cuyo significado es “cueva de topos”, se dedicaban exclusivamente a la agricultura y la curtiduría hasta la mitad del siglo pasado. En 1940 comenzaron a trabajar la alfarería.

El pueblo, de alrededor de 4 mil habitantes, en la época de los 70´s inició el éxodo de sus pobladores, la mayoría hombres, hacia Estados Unidos, donde se estima que más de 3 mil viven y trabajan en California, Florida, Pensilvania y New Jersey.

Cristobal Pazcual, emigró hace 20 años a Pensilvania. Ahí trabaja en un vivero a veces a menos de 20 grados centígrados de temperatura. Dejó su pueblo natal, Ocumicho, por la falta de empleo y oportunidades.

“Ya tengo acá harto tiempo. La última vez que fui a ver a mi familia fue hace cuatro años. Pero ya le pienso para viajar, ya ve cómo esta de peligroso Michoacán y todo el país. Para ir en la troca por carretera está difícil”, dijo a The Éxodo en entrevista telefónica.

“No se cuántos paisanos de Ocumicho estemos en Pensilvania. Pero somos más de 500 por lo menos. Algunos trabajan en viveros, en jardinería, en la pizca, en la construcción. Cuando hay fiestas o bailes nos encontramos. Ya la mayoría tienen familia e hijos acá”, comentó el migrante de 43 años.

“Algunos regresan para navidad o para la fiesta del pueblo en el mes de junio. Pero muchos que no tienen papeles arreglados pues ya no van, porque como están las cosas ahora con -Donald- Trump está más difícil cruzar la frontera, aunque tengas para el coyote”, agregó Cristobal.

De acuerdo a autoridades municipales de Charapan, muchos los migrantes de esa región que viven en Estados Unidos tardan en regresar 10 o 20 años. Muchos sólo vuelven en caso de que los deporten o cuando fallece algún familiar cercano.

Un estudio de la Cámara de Diputados refleja la realidad de la migración en Ocumicho y en toda la geografía tarasca. Entre 2000 y 2015 Michoacán es el segundo a nivel nacional que expulsa a más personas a Estados Unidos y el primer lugar en la captación de remesas, con 26 mil 901.73 millones de pesos en promedio al año.

· El pueblo que vive de “Los Diablitos”

La economía de Ocumicho no sólo son los dólares que cerca de 3 mil paisanos envían a sus familiares. Como buen pueblo de artesanos y con una fama ganada en varias décadas, las figuras de barro de “diablitos” son el sostén principal de decenas de familias.

Los coloridos diablitos empezaron apareciendo en retablos y nacimientos como parte de los personajes, acompañados de ángeles, de los Reyes Magos, del Niño Dios. De ahí saltaron a la palestra, a la fama, a los reflectores, a la imaginación de un artesano llamado Marcelino Vicente Mulato quien creó una especie de “cosmovisión” del diablo.

Son figuras que reflejan picardía, irreverencia, la tradición y erotismo. Lo mismo puede aparecen un diablito rodeado de voluptuosas mujeres en bikini, que uno que conduce un autobús repleto de campesinos y calaveras, o bien que muestra sus atributos sexuales o quien enamora a una mujer en una banca del pueblo.

La artesana Tomasa González, comentó que los diablitos son una tradición en Ocumicho que tiene como 50 años. “Yo tengo trabajando estas figuras como 30 años. Esta tradición la inicio en 1960 un señor que se llamaba Marcelino Vicente Mulato, que ya murió”.

Recordó que Marcelino era una persona especial, que no le gustaba trabajar en el campo, prefería la cocina y elaborar alfarería. Él fue el primero que empezó a moldear los diablitos y a enseñar a varias mujeres esta tradición donde se incluyen sirenas, animales de dos cabezas, venados o serpientes.

Adelaida Pazcual, joven artesana y quien ha ganado varios premios nacionales de alfarería, dijo que lo que más le gusta diseñar son los pequeños diablos. “Las figuras salen de la imaginación. Me piden máscaras de diablos desde Los Angeles, California o de Francia”.

El escritor uruguayo, Eduardo Galeano, en su libro “El Siglo del Viento”, refiere el trabajo de estas artesanas michoacanas: “En casas sombrías, sin ventanas, las alfareras de Ocumicho modelan estas figuras luminosas”. www.theexodo.com

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