noviembre 24, 2024 6:37 am

TAL CUALLuis Carlos Rodríguez González

Ni los estribillos y slogans de las campañas electorales, ni las cuentas alegres de los consejeros del Instituto Nacional Electoral (INE) que voltean para otro lado o hacen mutis cada vez que se registra un caso de violencia política, ni tampoco la pasividad de los funcionarios de la Secretaría de Gobernación o de la PGR, pueden ocultar lo que ya es el proceso electoral más violento del mundo, donde cada semana asesinan a por lo menos un candidato.

No es Siria, no es Venezuela, no es una nación africana de esas donde aún hay dictadores que por medio de la violencia y el miedo se han enquistado en el poder por décadas. No, es la llamada democracia mexicana donde a sangre y plomo el crimen organizado asesina candidatos para buscar incidir en la contienda, que quien gane una alcaldía, regiduría, una diputación local, federal, una senaduría o cualquier otro cargo, sea alguien a modo para sus fines.

Es decir, ya existe un IFE alterno, una urna del crimen, que vota o elije antes del 1 de julio sobre los candidatos que sobreviven a la campaña, los que serán eliminados, no metafóricamente, sino literalmente de la boleta y de la faz de la tierra.

Las ráfagas de los cuernos de chivo ya están sustituyendo en muchas regiones del país a las instancias electorales, a las urnas, a los votos, a los ciudadanos, principalmente en los estados de México, Morelos, Michoacán, Guanajuato, Jalisco, Puebla, Veracruz y Oaxaca, sólo por mencionar algunos de la violenta geografía electoral mexicana.

Desde que empezó el proceso electoral en México, es decir el 8 de septiembre del 2017 a la fecha, la violencia política en el país ya contabiliza al menos 305 agresiones, que incluyen 94 asesinatos de candidatos, líderes partidistas y autoridades, la mayor parte de ellos alcaldes.

Las campañas electorales se realizan en medio de la guerra contra el narcotráfico, iniciada en el sexenio de Felipe Calderón y continuada por Enrique Peña Nieto. Es decir, en territorios en disputa, con gobernadores que no tienen control de esas regiones, alcaldes acorralados a plata o plomo y en donde las víctimas en esta etapa son las y los candidatos.

El director de la consultoría Etellekt, Rubén Salazar, en el Cuarto Informe sobre Violencia Política, expone que el actual proceso electoral en México está marcado por la influencia del crimen que por medio de la violencia amenaza o asesina a candidatos.

La mayoría de los asesinatos contra candidatos y políticos se concentran en solo seis estados de México: Guerrero (18 casos), Oaxaca (13), Puebla (9), Veracruz (8) y Estado de México (6), según el informe.

La tinta indeleble que se utilizará en este proceso electoral no será sólo morada o negra. En los nuevos tiempos de la democracia mexicana y en el proceso electoral más complejo y competido de

la historia del país como presume el INE, el voto del crimen ya tiene su propia tinta color roja, color sangre y lo están ejerciendo con absoluta impunidad. Tal Cual. www.theexodo.com

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