abril 24, 2024 1:38 pm

Rivelino Rueda/Reversos/The Exodo

El dibujo es desgarrador, profundamente desgarrador. Paraliza y retuerce el estómago. Dentro de una lámpara colgante se encuentra un señor desangrándose. Ahí, solo, sin un ápice de esperanza.

“Ya paren por favor”. La frase en letras rojas provoca escalofríos. Más aún cuando en el fichero de a un lado se lee que se trata de la creación de un niño de 13 años, Gustavo Alejandro.

“El hijo mayor recibe una llamada de su mejor amigo quien le dijo: me dijeron que habían secuestrado a tu papá y lo hallaron muerto, el hijo se queda callado y empezó el llanto, dolor insuperable”, se observa en el pequeño cartón explicativo.

Se trata de 30 dibujos de niños de entre 3 y 17 años de distintos municipios de Tamaulipas, quienes perdieron a algún familiar en la descarnada y aberrante guerra que se libra en la entidad, los cuales forman parte de un programa de apoyo sicológico a menores por parte del DIF de aquel estado, y que lleva el nombre de “Introspección del sentido de la vida”.

***

Javier Hernández, un muchacho de unos 19 años, se acerca a preguntar sobre la impresión que han dejado esos dibujos. El joven tamaulipeco, de unos 1.77 metros de estatura, tez apiñonada y con un pulcro traje color azul, quien trabaja en este programa de apoyo, platica algunas anécdotas espeluznantes en esta labor.

Cuenta que muchos de los niños que llegan a recibir este apoyo sólo buscan crecer para “tomar venganza” de lo que les hicieron a los suyos, como si se tratara una rueda de la fortuna, un círculo, una necesidad inherente a su existencia.

“En Reynosa, por ejemplo, un niño de siete años nos contó que unos hombres llegaron a su casa para ‘levantar’ a su papá. La mamá lo alcanzó a sacar a la calle y le dijo que corriera a la casa de su abuela, que vivía a unas casas de ahí. Pero a la mitad del camino el niño sólo observó a sus padres en la parte trasera de una camioneta pick up y los golpes que les iban propinando los criminales.

“Hoy este niño vive con su abuela, pero tiene grabados los rostros de los que se llevaron a sus papás, del color de la camioneta, de las placas, y sólo tiene un sueño: crecer para tomar venganza”.

***

“Me siento triste porque mi papá está desaparecido y recordar me da tristeza, ¿qué estará haciendo?”, Víctor, 12 años.

“Estoy tiste porque cuando llueve mi hermano jugaba conmigo y ya no juego porque no está”, Litzy Nahomi, 11 años.

“Personas malas llegaron a nuestra casa y mataron a mi papá y a mi hermano y nosotros escuchamos los disparos y esperamos un rato y salimos a pedir ayuda y murieron ellos dos”, Josué, 6 años.

“Se trata de que un señor secuestró a un joven de 16 años y el señor malo mata al joven y el joven no quería que lo mataran y a él le dispararon”, Evelin Andrea, 9 años.

Son los testimonios, sí, de una guerra infinita en el estado de Tamaulipas, de una guerra absurda y esquizofrénica, en donde, como en todas las guerras, los más vulnerables, los más afectados, el “botín de guerra”, son los niños y las mujeres.

***

Apenas el 29 de diciembre pasado, el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SNSP) reveló que en 2017 la violencia en Tamaulipas dejó un saldo de 8 mil 109 víctimas, principalmente por los delitos de homicidio, lesiones con armas de fuego, secuestros y extorsión.

El informe del organismo puntualizó que aunque en todo el estado se registran hechos de violencia, municipios como Reynosa, Matamoros, Río Bravo, San Fernando, Victoria, El Mante, Tampico y Ciudad Madero concentran el mayor número de víctimas.

El SNSP también destacó que los meses de agosto y octubre fueron los más sangrientos con el mayor número de ejecuciones: 188 cada mes, y detalló que los delitos de secuestro afectaron a mil 353 personas.

“Si bien el secuestro registró 183 casos, al menos hay mil 170 casos por otras transgresiones en dicho ámbito. Además, se asentaron 161 víctimas de extorsión, 59 de corrupción de menores y 10 de trata de personas”, expuso el organismo.

***

Javier Hernández narra que muchos de los niños que atiende este programa creen que sus papás o hermanos están aún con vida y que algún día van a regresar.

Con la voz entrecortada, el muchacho cuenta que algunos menores están en una etapa de negar que sus padres o hermanos están desaparecidos o que fueron asesinados, e incluso dice que sus madres, abuelos, tías o tutores les alimentan la idea de que “se fueron a trabajar a Estados Unidos”.

“También hay un fenómeno muy desolador en redes sociales. Los menores recurren a estas herramientas frecuentemente y, ya sea por ellos mismos o por comentarios de sus amigos, ingresan a imágenes y textos que suben los mismos criminales, y que muchas veces son de sus familiares siendo torturados o asesinados. Es lamentable”.

***

El dibujo muestra a dos adultos y dos menores con los cuerpos de una cruz. Los adultos intentan agarrarse de la mano pero en ningún momento se tocan. Los dos tienen rostros de tristeza, así como el del niño que se encuentra en la parte de arriba del boceto.

Un cielo negro, turbulento y amenazador plasmó Zuri, de 7 años, en este dibujo.

“Estamos tristes porque mi papá se murió y el cielo está negro porque lloramos mucho en la noche”.

www.reversos.mx

www.theexodo.com

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *