Luis Carlos Rodríguez González/The Exodo
Eran los tiempos de Enrique Peña Nieto en Los Pinos. El Estado Mayor Presidencial ejercía una férrea vigilancia en la casona presidencial, sus jardines y pasillos. Ello no fue impedimento para que Don Jesús, un chamán huichol, se orinara frente a la oficina del titular del Ejecutivo Federal.
A propósito de la apertura de la ex Residencia Oficial de Los Pinos como museo en los tiempos actuales de la Cuarta Transformación, aquí la crónica de aquel 16 de agosto de 2014.
Don Jesús González, arribó a la Residencia Oficial de Los Pinos con el fin de entregar un traje típico de esa etnia al presidente Enrique Peña Nieto y de paso hacerle una “limpia”.
El largo periplo que incluyó una caminata de varios días desde la sierra fronteriza entre Nayarit y Jalisco a pie, autobús hasta la Ciudad de México y luego viajes en El Metro, peseros y decenas de extravíos estaban compensados cuando se ubicó frente a Palacio Nacional donde preguntó por la oficina presidencial para entregar en propia mano la fina artesanía.
De la Puerta Mariana no pasó. Ahí soldados con miradas y discretas risas burlonas lo miraron de arriba abajo y le aclararon que el presidente de la República no vivía, ni despachaba ahí. “Váyase a Los Pinos, allá lo reciben”, dijo uno de los uniformados más con el fin de quitárselo de encima.
Con su impecable traje típico blanco con bordados multicolores, sombrero y huaraches desgastados, el “mara’akame” Jesús González, como se conoce a los sacerdotes o chamanes huicholes, de cerca de 90 años se retiró resignado nuevamente a la jungla capitalina y enfiló hacia Los Pinos.
El calor veraniego de la capital lo obligó a comprar una botella grande agua antes de abordar nuevamente El Metro y continuar su peregrinar preguntando cómo llegar a Los Pinos. Después de dos horas de pasar por retenes, vallas, filtros de seguridad y cateos por parte del personal del Estado Mayor Presidencial, el líder indígena logró ingresar a la residencia presidencial.
“Quiero entregar este traje personalmente al presidente Enrique Peña”, soltó sin mayor empacho el chamán al personal de la Oficina Atención Especializada de la Residencia Oficial de Los Pinos.
El funcionario encargado le aclaró que el presidente de la República se encontraba de gira y no era posible que lo recibiera, además no tenía cita. El chamán insistió y razonó que era necesario entregárselo de forma personal porque además le iba a realizar un ritual para ayudarlo a mejorar en su trabajo, en su vida y en su salud.
Argumentó que había saludado al presidente en una gira por Nayarit y ahí le había prometido elaborarle el traje típico y llevárselo hasta Los Pinos. El funcionario encargado reiteró la negativa de forma ya brusca lo que encolerizó al “mara’akame” quien entre español y huichol lanzó algunas maldiciones a todos los funcionarios y habitantes de Los Pinos antes de retirarse, pero con la nobleza que caracteriza a esta etnia, de todas formas entregó el traje huichol.
Dicha “limpia” consistía en una ceremonia donde el chamán, utilizando incienso, peyote, tabaco, maíz de cinco colores, todo ello lo guardaba don Jesús en su morral de hermosos bordados multicolores, para buscar entrar en contacto con la divinidad a fin de obtener visiones del pasado que le permitan adquirir conocimiento para orientar su vida y ayudar al mandatario en su trabajo.
Fue escoltado de regreso a la puerta de salida. Sin embargo, la botella de litro y medio de agua que había bebido dos horas antes surtió efecto. En un descuido del militar vestido de civil que lo acompañaba, el viejo chamán aprovechó para orinar en los históricos jardines presidenciales que mandó diseñar el general Lázaro Cárdenas.
El elemento del Estado Mayor intentó detenerlo. Pero era demasiado tarde. Las cámaras instaladas en la Residencia Oficial captaron el momento preciso. Regaños por parte del militar al sabio huichol quien ni se inmutó por la palabrería al estar concentrado en este otro ritual. Minutos y antes de abandonar el recinto presidencial el mara’akame reiteró sus maldiciones y se retiró a paso lento de Los Pinos.
Semanas, meses y años después vendrían los primeros escándalos. El descubrimiento de la Casa Blanca en Las Lomas, la matanza de estudiantes en Iguala, el recrudecimiento de la violencia en el país, la fuga y recaptura de El Chapo, la devaluación del peso, la gasolina en 20 pesos. El sexenio de la corrupción y la impunidad. De las maldiciones del chamán ya nadie se acuerda en Los Pinos, hoy convertida en un museo abierto al público.
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