The Exodo/ Foto: Ruben Figueroa
Son miles de mexicanos que están huyendo de la violencia en estados como Michoacán, Guerrero, Jalisco, Tamaulipas, Sinaloa, sólo por mencionar algunos. Llegan a ciudades fronterizas como Tijuana, Reynosa o Ciudad Juárez para solicitar asilo ante el temor de ser asesinados por cárteles de la droga que lo mismos los obligan a pagar derecho de piso a los comerciantes que secuestran a jóvenes y mujeres o asesinan a algún familiar para obligarlos a pagar.
La directora Dreamers Moms Tijuana, Yolanda Varona dijo a The Exodo desde principios de mayo a la fecha más de 200 desplazados, la mayoría mujeres oriundas de la Tierra Caliente, Michoacán, en específico de Aguililla, la contactado en busca de apoyo y asesoría, pues están huyendo de la violencia y buscan asilo, junto con sus hijos en Estados Unidos”.
“A estas personas me las mandó el Padre Goyo, de Aguililla, Michoacán. La situación es muy grave en esa comunidad y el religioso les expide una especie de carta, de certificado donde narra lo que pasa, lo que han vivido, los crímenes para que las autoridades de Estados Unidos les otorguen el asilo. Están huyendo de la muerte”.
Dijo que además estas mujeres le enviaron fotos de las masacres, de los crímenes en contra de sus padres, hermanos, esposo o hijos. “Son testimonios desgarradores, imágenes muy fuertes”.
Comentó que el campamento de El Chaparral, en la Garita que une Tijuana con San Diego, hay más de 2,500 personas a la intemperie, de los cuales unos 600 son menores. Un porcentaje de ellos son mexicanos, de los estados de Michoacán, Jalisco, Guerrero, Sinaloa, que están huyendo de la violencia.
“Es inaudito, increíble, una vergüenza que el actual gobierno del presidente López Obrador gaste millones en tener a más de 100 mil militares en la Guardia Nacional para detener, encerrar y deportar migrantes y no para proteger a las familias de comunidades como Aguililla y en otros estados que están siendo amenazados, masacrados por el crimen”, apuntó.
De acuerdo al el Centro de Monitoreo de Desplazamiento Interno (Internal Displacement Monitoring Centre, IMDC) en 2020, es decir en plena pandemia, al menos 9 mil 700 mexicanos fueron sacados de sus hogares por el conflicto y la violencia en zonas dominadas por cárteles y la delincuencia, expuso Esa cifra refleja el aumento de 2 mil 600 personas desplazadas por la violencia respecto al 2019.
• Julián, el taquero que salió huyendo de Acapulco por no pagar derecho de piso
“Mi nombre es Julián y nací en Oaxaca, pero fue criado en Guerrero. Como familia, nos encontramos en una situación crítica y difícil que no le deseo a nadie. Teníamos una taquería entre la carretera federal de Acapulco y la autopista”, expuso en un testimonio a Médicos Sin Fronteras desde un campamento para migrantes en Reynosa.
Al principio, el negocio funcionaba bien, todo estaba tranquilo. Teníamos buena fluidez de gente y nos compraban, pero la venta bajó cuando empezó la delincuencia. Empezaron a acercarse personas para decirnos que teníamos que pagar para seguir trabajando. En una ocasión, llegó un señor con armas y dijo que tenía que guardárselas porque había un retén antes de llegar a la autopista.
“En ese momento empecé a sentir miedo por mi familia y por mí, porque no sabía qué podía pasar más adelante. Con el paso del tiempo las cosas fueron empeorando porque nos exigían cada vez más cuotas impagables para seguir trabajando. Las amenazas se volvieron más fuertes. Nos tiraron bolsas negras con restos humanos y carteles que decían que nos pasaría lo mismo si no pagábamos”.
Un día, mi hijo estaba en el negocio con su mamá y pasó una camioneta. Eran como las 7:00 de la noche, más o menos. Quisieron llevarse a mi esposa y a mi hijo. Ellos corrieron y se metieron a un terreno baldío que estaba cerca, alcanzaron a llegar a una casa y se escondieron.
“Los hombres de la camioneta se bajaron y checaron el lugar hasta que se fueron. Ellos me llamaron y fui a traerlos. En ese momento, con miedo y desesperación por todas las amenazas que habíamos recibido, nos dimos cuenta de que nos estaban obligando y que si no cedíamos nos iban a matar”.
Esa noche nos quedamos escondidos. Salimos de la colonia. Dejé encargados a mis hijos con la vecina. Tomamos el autobús hacia Ciudad de México y en la madrugada buscamos un lugar donde pudiéramos quedarnos esa noche. Al siguiente día, me llaman diciéndome que habían quemado nuestra casa y le habían prendido fuego a todo lo que teníamos. En ese momento pensé que a mis hijos los habían encontrado. Tuve que regresar de nuevo a Acapulco. Con miedo y mucho temor, pude sacar a tiempo a mis hijas.
“De ahí regresamos a la Ciudad de México y estuvimos juntos, pero ya no sabíamos qué iba a pasar. Recibíamos llamadas de ellos amenazándonos. Decían que teníamos que regresar o nos encontrarían. Que iban a mandar a alguien a seguirnos en donde estuviéramos. Decidimos irnos al puerto de Cabo San Lucas, en Baja California Sur, pero no encontramos trabajo”.
Por televisión nos enteramos de que se podía solicitar asilo, entonces vinimos a la frontera norte, a Matamoros. Aquí estamos esperando, pero todavía no hemos comenzado el trámite. Yo les pido a las personas que si hay alguien que nos pueda sacar de este lugar, que nos ayude. Porque estamos corriendo riesgo. Una vida con temor o amenazas no se la deseo a nadie, señala Julián.
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