Lino Rodríguez
¿A qué han venido tantos soldados y marines de Estados Unidos a México durante este sexenio de la 4T?
Es evidente que no para asesorar, capacitar o ayudar a frenar el tráfico de fentanilo de México a Estados Unidos o de armas del vecino país hacia acá.
Durante la última semana del periodo de sesiones del Senado se aprobó que cerca de 500 soldados y marines de Estados Unidos, de ellos al menos unos 300, ingresen armados a México, lo mismo a Chiapas, que a Chihuahua y otras entidades, para capacitar a militares mexicanos contra las “armas de destrucción masiva”.
Es decir, ni siquiera se menciona el tema del narcotráfico, del fentanilo que mata a unos 100 mil estadunidenses cada año.
Para nadie es un secreto que el tema de mayor preocupación para Estados Unidos, más en época electoral, es frenar la migración que cruza por México para buscar llegar a ese país.
Tampoco es nuevo que en los últimos años, el gobierno mexicano, desde tiempos de Fox, Calderón, Peña y aún antes, cedía a la presiones para convertir a México en policía de su llamado “patio trasero” y frenar a los migrantes sud y centroamericanos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador, quien desde candidato y durante todo su sexenio se jactó de no permitir agentes estadunidenses en territorio mexicano, como son los de la DEA, al final se convertirá en el mandatario mexicano que más militares estadunidenses permitió que ingresaran armados a México.
La labor o capacitación de estos “marines” son los centros estratégicos para frenar la migración, es decir, la puerta del sur, Tapachula; y en el norte, Chihuahua. Obviamente esto no aparece en los acuerdos que hacen público Washington y Palacio Nacional.
El senador del Grupo Plural Emilio Álvarez Icaza calificó de “error histórico, político y jurídico”, porque la entrada de fuerzas extranjeras armadas a México no está contemplada en el marco legal vigente.
Pero en el fondo, es evidente que el Gobierno de la Transformación, el que repudia en lo público la injerencia extranjera, pasará a la historia como el que le abrió durante seis años la puerta a varios miles de marines y soldados estadunidenses para diseñar y fortalecer “el muro” de Donald Trump y de Joe Biden, no con ladrillos, sino como militares y la Guardia Nacional mexicana, eso sí, capacitados por extranjeros. Tal Cual.