diciembre 4, 2024 10:12 pm

Geoffrey Mohan/Los Angeles Times/The Exodo

“Les encantan las fresas, pero no les gustan los trabajadores agrícolas”, señalan especialistas y defensores laborales de los migrantes ante el repudio de habitantes, la mayoría de origen anglosajon de condados y pueblos de California frente a la presencia de comunidades de jornaleros temporales de origen mexicano.

Greg France iba a destinar un conjunto de siete viviendas en Nipomo, en el Condado de San Luis Obispo, California, a hospedar a más de 100 trabajadores mexicanos que cosecharían fresas en sus ranchos avalados por un programa de trabajadores huéspedes.

Cuando los vecinos de la población de 17 mil habitantes, en la zona residencial de la costa californiana, se percataron que estaban trasladándose literas a las casas nuevas, se enfurecieron. Organizaron juntas y emprendieron una campaña de insultos y amenazas de muerte contra France por el “delito” de contratar y dar albergue a los jornaleros agrícolas.

Fue tal el clima de odio que el 6 de abril del 2016, las llamas devoraron una de las construcciones que sería una de las casas para albergar a los trabajadores del campo. La policía concluyó que el incendio fue intencional.

El caso aún no se resuelve. Tampoco se ha resuelto el problema de vivienda para los trabajadores huéspedes temporales en ciudades de la región agrícola de la costa de California.

Ello contrasta con el gusto cada vez mayor por las frutas y verduras cultivadas a nivel local, sobre todo las fresas. Sin embargo, los californianos se muestran mucho menos entusiastas hacia los trabajadores agrícolas hospedados en la localidad quienes las cultivan.

En esta campaña de odio los residentes de la ciudad de Nipomo han recurrido a demandas, regulaciones diseñadas apresuradamente a fin de segregar a miles de trabajadores de temporada en sórdidos hoteles y zonas habitacionales sobrepobladas situadas en ciudades donde el hospedaje accesible ya se encuentra limitado.

La antigua reacción de “aquí no” pone en peligro la capacidad de los agricultores de solucionar la actual escasez de mano de obra y exacerba la crisis de vivienda para los trabajadores agrícolas locales en la costa de California.

El año pasado en California se reclutaron más de 11 mil trabajadores huéspedes, ello de acuerdo con análisis de datos del Departamento del Trabajo. En el transcurso de los primeros cuatro meses del presente año se han reclutado 25 por ciento más respecto al periodo similar del año pasado.

Según el programa de visas H-2A, los patrones tienen que hospedar a todos esos trabajadores, sin cargo alguno para éstos.

Más de mil 400 de dichos trabajadores huéspedes están hacinados en la ciudad de Santa María, donde uno de cada cinco pobladores son considerados pobres. Dos mil 500 más están quedándose en las empobrecidas ciudades del Valle Salinas, de acuerdo con archivos federales.

Sólo 12 están viviendo en la zona residencial de Nipomo, donde Greg France está vendiendo la última de sus casas. Esa temporada, sus trabajadores huéspedes se hospedarán en Santa María.

“Aprendimos la lección”, dijo France. “Necesitamos asegurarnos de que estén en una zona adecuada, tanto para ellos como para los vecinos”.

En Guadalupe, en el condado Santa Bárbara, se aprobó apresuradamente un estatuto destinado a regular la vivienda para los trabajadores a raíz de que circuló el rumor de que un contratista quería comprar un edificio de apartamentos. El trato no se concretó.

Defensores de viviendas asequibles y los planificadores del Condado les encantó. La ciudad de Spreckels no lo hizo.

El pueblo de Spreckels, con 1,760 residentes — casi todos los blancos, nativos nacidos y ganando muy por encima del ingreso mediano del estado — temían que los trabajadores migrantes traerían el crimen y el tráfico y destruirían los valores de la propiedad. Varios presentaron demandas y quejas para frenar incluso el ingreso de los hijos de los trabajadores agrícolas a las escuelas de esta comunidad que pertenece al Condado de Monterrey, California.

Alfred Salinas, un desarrollador de vivienda privado, sin fines de lucro y asequible en Salinas, California, comentó que no lo que buscan empresarios como Greg France es darle a los trabajadores agrícolas migratorios un lugar digno para vivir y no que se repitan casos como el Programa Bracero, impulsado por los gobiernos de Estados Unidos y México después de la II Guerra Mundial, donde los migrantes mexicanos vivían en barracas y casas de madera miserables.

“Les encantan las fresas, pero no les gustan los trabajadores agrícolas”, dijo Lucas Zucker, Director de Política y Comunicación de la Alianza de la Costa Central de California Unida por una Economía Sostenible, en relación al rechazo que se está generando en varios pueblos y condados californianos cuando se promueven programas de vivienda digna para los trabajadores agrícolas migrantes.

La vieja y clásica reacción eso no construirá “en mi patio trasero” amenaza la capacidad de los productores agrícolas de California ante la escasez de mano de obra actual y exacerba la crisis de vivienda a largo plazo para los trabajadores agrícolas locales. www.theexodo.com

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