TAL CUAL
Luis Carlos Rodríguez González
“Cuando el cadáver de un periodista, no sus textos, no sus palabras, hacen el mensaje, eso es señal de que las cosas no andan bien”, expuso certero el decano del periodismo mexicano y ex conductor de noticieros en Televisa, Guillermo Ochoa, en el marco de la entrega de preseas y reconocimientos a periodistas en el Senado de la República hace unos días.
El mensaje fue claro al gobierno federal que encabeza Enrique Peña Nieto, a la Fiscalía Especializada para la Atención a Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión de la PGR, a los gobernadores de estados como Sinaloa, Michoacán, Guerrero, entre otros, así como al propio Miguel Angel Mancera que hizo y sigue haciendo el ridículo con la investigación del multi homicidio de la Colonia Narvarte, ocurrido hace dos años, donde fue ultimado junto con cuatro mujeres el reportero gráfico Rubén Espinoza.
Pero también el Congreso de la Unión tiene su cuota de responsabilidad. En la actual Legislatura en el Senado de la República y en la Cámara de Diputados se han presentado 12 iniciativas para prevenir y frenar la violencia contra los periodistas. Ninguna se ha aprobado.
En los discursos de los políticos y gobernantes todos hablan de compromisos y acciones en favor del gremio. Lo mismo el Presidente Peña, que el secretario de Gobernación, Miguel Angel Osorio Chong. También los legisladores lanzan arengas salvadoras del periodismo nacional. En la práctica pura demagogia. Un ejemplo de que la violencia también es verbal.
Hace unos días en el Senado de la República, el legislador por Tabasco, Vicecoordinador del PRD y muy cercano al líder de Morena, Andrés Manuel López Obrador, Fernando Mayans Canabal, dio una conferencia de prensa para hablar sobre el sistema de pensiones en México. Al término de la misma nadie hizo preguntas a la “catedra” del legislador.
Ello molesto muchísimo al senador de izquierda, el mismo que hace unos meses cuando se discutía una reforma contra la trata de personas dijo, cuando pensó que nadie lo escuchaba, pero fue captado por el Canal del Congreso, que participaría en la discusión “como usuario”. Aunque después reculó, se exhibió como cliente de los antros y redes que secuestran y explotan mujeres para la prostitución.
“Han de ser muy listos que ya conocen todo de este tema, por eso no preguntan”, soltó entre burlón, molesto e irónico ante el micrófono en la conferencia Fernando Mayans. El mismo en otras ocasiones que se ha desgarrado la vestiduras con discursos en favor de los periodistas asesinados.
La única verdad es que el periodismo en México vive la peor crisis de violencia en el mundo, más que en Venezuela, más que en países que se encuentran en guerra. Estamos en tercer lugar sólo detrás de Siria y Afganistán en lo referente a asesinatos de comunicadores.
La organización no gubernamental Artículo 19 ha documentado que en los últimos 10 años en México más de la mitad de las amenazas contra periodistas provienen de funcionarios, a lo que se suma una impunidad casi total: 99,75% de los casos de reporteros asesinados no han sido aclarados.
El Comité de Protección de los Periodistas (CPJ) también ha señalado: el gobierno mexicano “fracasó espectacularmente” en castigar las muertes de periodistas, lo que sumergió al país en una espiral de impunidad”.
Hace unos días el gobierno mexicano fue recriminado por periodistas de 19 naciones agrupados en el Foro Centroamericano de Periodismo (ForoCAP). Los comunicadores extranjeros aseguraron que el periodismo en territorio mexicano es “un oficio imposible de ejercer”.
Argumentaron que desde el año 2000 al menos 126 periodistas han sido asesinados en México al tiempo que exigieron al presidente Enrique Peña que depure el sistema judicial mexicano a cargo de la investigación de estos delitos y que ponga en marcha las medidas de protección establecidas en la ley.
Nada ocurrirá en la recta final del sexenio. A nadie le interesa en el gobierno federal, ni en los estatales. Regresarán los discursos oficiales y en tribuna de indignación cuando haya otro caso de violencia, cuando se enteren de que existe otro periodista abatido no por las balas o por el crimen organizado, sino por la impunidad. Tal Cual.
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