Luis Carlos Rodríguez
La reelección de Rosario Piedra, hasta pena da que llevé el apellido Ibarra de su madre, más allá de que confirma que quien gobierna México lo hace desde “La Chingada” y no en Palacio Nacional, también tiene implicaciones en materia de migración y la política “humanista” de perseguir, detener, encerrar y deportar a los migrantes que intentan cruzar por México y llegar a Estados Unidos.
Me explicó. Durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador, el gobierno mexicano con el apoyo de un Instituto Nacional de Migración (INM) militarizado, con el uso de la Guardia Nacional y retenes de soldados y marinos, logró el récord de deportar a cerca de 2 millones de extranjeros, la mayoría centro y sudamericanos.
Obviamente, ello con la asesoría y la presión al gobierno obradorista, primero de Donald Trump y después de Joe Biden, para frenar las caravanas, los flujos de migrantes, lo cual fue logrado.
Por ello, el nuevo canciller mexicano, Juan Ramón de la Fuente, presumió hace unos días que el flujo de indocumentados en la frontera de México con Estados Unidos se ha reducido a la fecha en 76 por ciento respecto al máximo histórico registrado en diciembre de 2023.
Pues cómo no. Si tenemos como unos los logros de la política migratoria humanista las mayores cifras, récords de migrantes detenidos y deportados, violentados en sus derechos humanos y con el silencio cómplice de Rosario Piedra, quien ni siquiera recomendó la remoción y enjuiciamiento del titular del INM, Francisco Garduño, por el incendio en la cárcel-estación de Ciudad Juárez donde murieron 40 migrantes.
También silencio criminal de la señora Piedra cuando la masacre de migrantes en Camargo, Coahuila, donde hubo evidencias de la corrupción en el INM. Y así, decenas de casos de militares que persiguieron, dispararon e incluso mataron a extranjeros y la Piedra se mantuvo, como su apellido, inamovible, silenciosa, inservible.
Por eso, su reelección tiene implicaciones extraterritoriales. Al nuevo gobierno mexicano le conviene su perfil en favor de la violación de derechos humanos, del silencio, de la genuflexión al poder, no sólo de Palacio Nacional, sino también de Washington y sus dictados para frenar los flujos migratorios. Tal Cual.
También silencio criminal de la señora Piedra cuando la masacre de migrantes en Camargo, Coahuila, donde hubo evidencias de la corrupción en el INM. Y así, decenas de casos de militares que persiguieron, dispararon e incluso mataron a extranjeros y la Piedra se mantuvo, como su apellido, inamovible, silenciosa, inservible