FOTO: CREDITO CARMEN OXNARD
Diego Ortiz-The Exodo
Oxnard, California.- “Aquí andamos a pesar de nuestras preocupaciones con todo esto que está pasando con la infección de la enfermedad del coronavirus, aquí andamos haciendo todo el esfuerzo para poder enviar comida de todos los que lo necesitan en Estados Unidos”, señala María, jornalera agrícola nacida en Michoacán.
Se quita el paliacate azul para tomar un poco de agua. Ella al igual tres millones de jornaleros, mujeres y hombres continúan trabajando, no hacen cuarentena. Fueron considerados en esta emergencia y pandemia por el gobierno de Estados Unidos como trabajadores “esenciales” para poder garantizar el abasto de alimentos.
“Si no trabajamos, sino sembramos, si no cosechamos, si no empacamos las verduras, la fruta, la comida, quién lo hará. Quién hará para que coman los más de 300 millones de estadunidenses. Los gringos acá no se meten, sólo anda acá cuando hay redadas para buscar a quienes no tenemos papeles”, señala la jornalera de 30 años y oriunda del pueblo de Tres Mezquites, Michoacán.
En los campos de fresa del condado de Ventura en California, la jornalera mexicana lamenta que sus patrones no los han dotado de cubre bocas, guantes, gel desinfectante, ni siquiera jabón, ni mucho menos servicio médico para prevenir cualquier contagio.
“Hay preocupación por todo lo que está pasando, pero aquí los patrones, los capataces al parecer piensan que porque somos indocumentados, porque somos mujeres, porque somos mexicanas, no nos vamos a contagiar de coronavirus. Si nos enfermamos, ya nos chingamos, porque no tenemos ni seguro de desempleo, ni seguro médico”.
María, quien vive en Oxnard con su esposo y dos hijos ya nacidos en Estados Unidos, hace una pausa para tomar agua. Voltea a su alrededor y aprecia las decenas de hectáreas que quedan pendientes en la pizca de la fresa. “Esperamos que cuando termine la pandemia no nos vayan a deportar, que no empiecen con las redadas. Aquí en la comunidad hay mucha solidaridad, nos han regalado comida, han venido médicos para revisarnos, pero el gobierno de Trump no deja de fregarnos”.
Dijo que sin seguro de desempleo, sin ayuda del gobierno durante la pandemia y siempre con la preocupación de ser deportados, no se puede dar el lujo de estar en cuarentena. Ella trabaja por contrato, pero en el caso de la pizca de la fresa le pagan dos dólares por una caja de 8 libras o 13 dólares por hora.
Irene Barraicua, de la organización Líderes Campesinas, expuso que no se valora la importancia del trabajo de las mujeres y jornaleras en los campos de Estados Unidos y que sólo en esta emergencia por la pandemia se les considero, junto con los hombres, como trabajadores “esenciales” para no deportarlos y garantizar el abasto de alimentos en el país.
Dijo que en todo Estados Unidos trabajan alrededor de 3 millones de jornaleros y jornaleras agrícolas, de los cuales se estima que el 60 por ciento carecen de un estatus migratorio. De los 3 millones más de 400 mil están en California, que es la quinta economía del mundo, la cual dependen en gran medida del trabajo de los campesinos mexicanos.
Los estados con el mayor número de trabajadores agrícolas son California, Texas, Washington, Florida, Oregón y Carolina del Norte.3
De los 3 millones de jornaleros agrícolas, más de un millón son mujeres. Se calcula que el 75 por ciento son mexicanos. Más del 60 por ciento, por su situación migratoria, no cuentan servicio médico, seguridad social, seguro de desempleo y en promedio ganan alrededor de 11 mil dólares al año, el salario más bajo sólo por detrás del servicio doméstico, ello de acuerdo a la organización Student Action with Farmworkers (SAF).
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