Por Karla Mariel García Serrano-The Exodo/Reversos
Cara grande, ojos saltones de valentía, labios abultados que guardan en sus palabras los recuerdos memorables y envidiables. Un rostro que se ha deformado como secuela de las glorias, los fracasos, las alegrías, las tristezas y de una enfermedad difícil de tratar, la acromegalia. Es lo que aún vive de Roberto “El Monito” Rodríguez.
Aquél joven de 25 años terminaba un entrenamiento habitual en los campos de Tlalpan del Club América cuando fue avisado por el director técnico que había sido convocado por el entrenador nacional para la gira por Sudamérica. En el que sobresalía el encuentro contra la poderosa selección de Brasil, encabezada por el magnífico Rey Pelé.
El ahora señor de 70 años de edad plasma una mirada desgarradora y consigue que otros vivan en fresco su experiencia. Sus ojos rápidamente se acumulan de brillo, al volver a revivir la emoción que por días le invadió el cuerpo y la mente.
Roberto Rodríguez retrocede a los años de su infancia cuando sólo era capaz de crearse sueños. Ahora avanza a los tiempos que marcaron su juventud y se mira haciendo realidad sus sueños. Tal pareciera que jugar con la línea del tiempo lo hiciera sentir que su vida no ha sido un soplo.
Esa noticia crea la mejor parte de su vida, pues a partir de ese día comenzó a crearse y prepararse como futbolista, dopándose con su misma adrenalina natural que le generaba la emoción de que, día a día, se hacía más cercano el enfrentamiento con el grande de Brasil.
De sus labios deformados y sus largos brazos, su lenguaje corporal, hace mediático que ese momento debe sobresalir en su carrera.
Es como la gran fiesta que anhelas hasta su fecha de llegada y que piensas en todo para que sea perfecta. Después de que ya pasó se queda grabada y recordada por los que disfrutaron y estuvieron en todo momento, en los preparativos y el evento mismo.
Y queda aún vivo el entusiasmo por seguir siendo testigo en carne y hueso de los mejores encuentros y jugadas. www.reversos.mx